La presencia de una planta solar aporta beneficios al territorio y a la economía, tanto con relación a la ocupación a lo largo de toda la cadena productiva como a través de los ingresos que generan y garantizan las diferentes fases del proyecto: desde el desarrollo inicial hasta el funcionamiento y mantenimiento de las plantas, pasando, obviamente, por la fase de instalación. Eso también permite reducir la importación de energía. Entre las perspectivas más ventajosas existe la posibilidad de realizar plantas híbridas, en las que se combina la energía fotovoltaica con otra fuente de energía renovable como la eólica y la hidroeléctrica, o con sistemas de baterías para el almacenamiento y plantas para la producción de hidrógeno verde. 

La red eléctrica ya gestiona la variabilidad según la demanda de los clientes, que cambia en el transcurso del día y entre un día y otro. La energía solar cambia en forma previsible durante la alternancia entre el día y la noche y entre las estaciones y, con menor regularidad, según las condiciones meteorológicas: todo esto aumenta marginalmente la variabilidad en términos de producción del sistema eléctrico. La mayoría de los cambios en la producción de energía solar se compensan gracias a otras fuentes de suministro o a las variaciones opuestas a la demanda de electricidad, según los programas de demand response (respuesta a la demanda). Gracias a sofisticados controles electrónicos, los modernos parques solares pueden garantizar confianza en la red similar a la que proporcionan las centrales eléctricas de fuentes fósiles convencionales. Además, los progresos en el almacenamiento de energía, permiten mitigar la intermitencia de las energías renovables sin la necesidad de quemar combustibles fósiles. Por último, durante períodos de tiempo más largos, como un año entero, la cantidad de energía solar que se puede producir es más regular y previsible. 

El hidrógeno es el elemento químico más abundante del universo, pero siempre está en compañía de otros elementos, por lo que se puede obtener de una gran variedad de materias primas. Utilizando el agua como materia prima y electricidad como fuente de energía, se puede descomponer la molécula de agua en oxígeno e hidrógeno mediante el proceso de electrólisis.

Si la electricidad necesaria para la electrólisis es obtenida de fuentes de energía renovables, el hidrógeno obtenido se denomina hidrógeno verde, puesto que durante el proceso de obtención no se han producido emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.